Un estudio revela que el Amazonas libera más CO2 del que es capaz de absorber.

La revista Frontiers publicaba en marzo un demoledor estudio llevado a cabo por 30 científicos en el que asegura que actualmente el Amazona contribuye al calentamiento global, en vez de ayudar a mitigarlo.

El Amazonia es la franja más grande de selva tropical del planeta. Una región en sí misma que impulsa un sistema hidrológico y climático regional parcialmente autosostenible que se cree que está en creciente riesgo de colapso”, señalan desde el estudio.

El estudio asegura que el Amazonas libera ahora más CO2, contribuyendo al calentamiento, en vez de absorberlo. Los incendios liberan carbón negro en particulas que captan luz solar y aumentan la temperatura. Por otro lado, La deforestación altera los patrones de lluvia, sin ella los bosques se calientan y secan mucho más; y si a esto le añadimos inundaciones y la construcción de presas de gas metano, el resultado es menos capacidad de generar aire limpio a la atmósfera.

Dentro de todo, siempre hay un hilo de esperanza pero pasa por unos fuertes cambios de dinámicas, tanto políticas como medioambientales. El estudio también asegura que podría revertirse la situación, siempre y cuando se detuvieran las emisiones globales de carbón, petróleo y gas natural, y por supuesto se replantaran árboles y se detuviera la construcción de presas.

LA POLÍTICA DETRÁS DEL DESASTRE

¿Qué ha pasado en estos últimos años para que esto ocurra? Tal y como iban anunciando ecologistas, biólogos, activistas medioambientales, científicos… el Amazonas, el gran pulmón del planeta, estaba llevándose al límite. La deforestación por la actividad agrícola y ganadera, los incendios que arrasaron durante el año pasado y el anterior la selva tropical, la sequía y el aumento global de la temperatura están detrás de esta debacle.

Aunque sin duda, las decisiones políticas han marcado un antes y un después en el devenir de la selva. La llegada de Bolsonaro al poder ha permitido que la ganadería y agricultura (se les señala como culpables de los incendios intencionados) dominen las tierras, aún estando protegidas. Así lo asegura el estudio: “En 2019, primer año de la administración presidencial de Bolsonaro, 9.762 km2 fueron deforestadas, un aumento del 30% con respecto al año anterior. Las crecientes pérdidas forestales están vinculadas a acciones políticas nacionales y estatales que comprometen los derechos de las tierras indígenas, limitan la vigilancia e intentan inhibir el trabajo de las organizaciones no gubernamentales de conservación”.

Curiosamente, Brasil pidió este año ayudas para hacer frente a la deforestación valoradas en 1.000 millones de euros a EE.UU y Noruega, quien con anterioridad ya había contribuido al Fondo Amazónico, pero podrían detenerse si el gobierno no se compromete a proteger el amazonas.